Confía en tu intuición

Confía en tu intuición

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24/10/2018

El instante en que algún ojeador observó jugar a Messi en una cancha de Rosario y decidió apostar por él. El momento en que un cazatalentos tuvo el impulso de contratar a los Jackson 5. O simplemente, ese día en el que no sabes muy bien por qué, pero una especie de sabiduría interior te llegó desde dentro y te dijo exactamente lo que debías hacer.

No fueron chispazos. No fue magia. Fue nuestra inteligencia intuitiva, una habilidad integrada dentro de nuestro inconsciente, esa parte del cerebro que trabaja en la oscuridad pero que rara vez se equivoca. Todas las corazonadas que has tenido a lo largo de tu vida han sido fruto de un análisis pormenorizado de detalles, y reducirlo a un simple feeling gratuito sería quedarse a la mitad de explicar algo tan potente como la intuición

Tal vez se manifieste con un escalofrío, con una sensación extraña en el estómago o con un latido que acelera. Un breve pálpito que te pone la piel de gallina y te empuja hacia una opción que en apariencia implica un riesgo positivo. Tú no lo sabes explicar pero algo te impulsa a hacerlo y parece que, justo en ese momento, la decisión que has tomado ya es imparable.
 

Nunca hacemos tanto caso a nuestra intuición como cuando practicamos deporte. Nuestros mecanismos más inconscientes nos provocan un burbujeo de adrenalina, una premonición que sientes en cada célula del cuerpo y que lucha por salir al exterior en forma de taconazo ciego durante un partido de fútbol; en el vuelo de un guardameta hacia el lado de la portería donde intuye que será chutado el penalti; en forma de esquive expréss de un boxeador cuando aún no sabe por donde vendrá el puñetazo del contrario; en el empuje de un saltador de trampolín para lanzarse al vacio o en forma de sprint desbocado aunque el primer corredor de la carrera no parezca visiblemente cansado.
 

¿Por qué confiar en nuestra intuición?

Que el inconsciente maneje más información es una enorme ventaja. Por eso Gerd Gigerenzer, psicólogo alemán, considera que esta inteligencia intuitiva es la forma más alta de inteligencia. No está solo. El propio Albert Einstein pasó toda su vida defendiendo la trascendencia de esta herramienta de nuestra neurobiología hasta el punto de llegar a asegurar que "la mente intuitiva es un regalo sagrado y la mente racional un servidor fiel“.

Sin embargo, y como dice Gigerenzer, "si todo lo que haces es sentarte en una silla y confiar en tu intuición, no estás ejercitando mucha inteligencia, pero si profundizas en algo y estudias numerosas posibilidades, estás ejercitando inteligencia cuando tu instinto te dice qué es y qué no es importante". O dicho de otro modo: tu inconsciente necesita alimentarse de muchísima información para poder establecer relaciones rápidas con aquello que tienes delante y desarrollar respuestas acertadas.

¿Y entonces cómo alimentamos nuestro inconsciente? Muy sencillo: viviendo sin miedo cuantas más experiencias mejor. Sé valiente, explora lo desconocido y adivina posibilidades que a veces no son evidentes.

Sigue corriendo, sigue luchando, sigue jugando.

Porqué... ¡TÚ YA NACISTE GANANDO!