Quizás no lo has pensado nunca, pero tú ya naciste ganando

Quizás no lo has pensado nunca, pero tú ya naciste ganando

Blog
19/06/2017
Quizás no lo has pensado nunca, pero tú ya naciste ganando

No sé si nunca te has parado a pensar en la suerte que tienes. ¿Eres consciente? Pues deberías serlo porqué… ¡Tú ya naciste ganando

Piénsalo. Solo tenías una posibilidad entre 400 billones de llegar a existir. De hecho, piensa en lo complicado que era que, de los 7.000 millones de personas que hay en el mundo, tus padres llegaran a conocerse. Que, de todas las parejas que podrían haber tenido, acabaran apostando el uno por el otro. Que, de la cantidad de veces que se acostaron (porque sí, se acostaron), tu madre estuviera fértil justo en el día en que el espermatozoide que portaba tu genoma tuviera ganas de correr más que el resto.

Solo para que tú nacieras, la fortuna aceleró o frenó los acontecimientos. Todo se ordenó para que tú pudieras llegar a ser. Si no hubiera sonado esa canción, a lo mejor no estarías leyendo esto.

Piensa en que, a pesar de tenerlo difícil, lo conseguiste. Párate a apreciar todas esas pequeñas cosas que han hecho de tu vida una sucesión de retos interminable de los que has salido cantando victoria. Piensa en esa vez en que salió el único tema que habías estudiado para aquel examen. En los cientos de veces que se te ha caído el móvil y no se ha roto. Cuando no tenías ganas de salir pero te acabaron convenciendo y tuviste la noche de tu vida. Esa vez que te encontraste un billete en el suelo cuando estabas sin blanca. Cuando aprobaste el carnet a la primera. Cuando no te llamaron de esa entrevista pero, un par de días más tarde, conseguiste un curro mil veces mejor.

Piensa en esa noche en que, de todos los sitios en los que podrías haber acabado, terminaste en aquel bar. De las 300 canciones al día que pone ese bar, entraste justo cuando sonaba la  tuya, y eso te puso de ese humor tan concreto. Y a lo mejor tu humor hizo que las cosas se ordenaran así, pero de entre todas las personas que bailaban con su copa en la mano, te cruzaste con esa en concreto. Y, como estabas de ese ánimo, le pusiste ojitos en el momento justo en que te devolvía la mirada, y le gustaste, y esa persona también estaba con ese ánimo, y os pusisteis a hablar, y os intercambiasteis los teléfonos, y decidisteis quedar y la cosa fue tan bien que hubo una segunda cita y una tercera y te enamoraste y te arriesgaste y lo apostaste todo y perdiste.

Pero no te rendiste a pesar del golpe, y conociste a otra persona y, fíjate en lo complicado que era después de todo, pero te volviste a enamorar. Y ganaste, porque descubriste que caer una vez no te impide estar arriba cada vez que te levantas. Y aunque después volviste a sufrir caídas, te levantaste aún más fuerte y con más ganas de vivir. Porque aprendiste que cuando te arriesgas siempre ganas algo: una oportunidad, aprendizaje, la certeza de que puedes con todo o, a veces, el premio gordo.

Podrías haber nacido en cualquier país del mundo, en cualquier momento de la historia, y te tocó este, en que tenías la posibilidad de dar los pasos que te condujeron hasta tu persona, hasta tus amigos, hasta todas las oportunidades que has aprovechado, hasta todos los días increíbles que has vivido, hasta todas las dificultades que te han hecho ser quien eres. Piensa en que cada paso en falso ha sido, en realidad, una catapulta para que llegues hasta donde has llegado.

¿Te has dado cuenta ya? Naciste ganando. Vives ganando. No puedes dejar de ganar.